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  • Guillermo Orduna

Votar de nuevo o seguir con Rajoy


Nadie podía saltar de alegría anoche al conocerse los resultados, aunque algunos lo hicieron, como los seguidores de Podemos, que es cierto, pasar de nada a 69 diputados es mucho. Tampoco es desdeñable tener 4o diputados de la nada, como le ha ocurrido a Ciudadanos, aunque su líder Albert Rivera, salió anoche como si hubiera ganado las elecciones con un paseo triunfal de su núcleo duro avanzando ante las cámaras de televisión con sonrisa forzada de victoria.

Rivera proclamaba anoche que "ahora se va reformar la Ley electoral, la justicia, el marco laboral"... etc., como si el gobierno estuviera en su mano. Y terminaba su alocución con un profético e infantil "Ahora empieza todo", más cerca del ridículo que de la sensatez política.

Por su parte Pedro Sánchez salió a decirnos que no han podido cargarse al PSOE, así que ha triunfado: penoso. Pablo Iglesias, muy enigmático pone las reformas constitucionales por delante de los pactos, pero no nos dijo qué pactos quiere ni con qué condiciones. Y un heroico Alberto Garzón compareció para reconocer la verdad, que no ha logrado muchos escaños, a pesar de que le han apoyado un millón de españoles y que mientras el PNV tiene 6 diputados con 300.000 votos, el millón de Garzón solo le sirve para obtener dos plazas en el Congreso de los Diputados. Si Podemos e IU hubieran ido de la mano como intentó hasta el límite Garzón, hubieran sacado un 24 % de los votos totales, es decir 2 puntos más que el PSOE y la izquierda en su conjunto podría ahora jugar un papel decisivo.

Mariano Rajoy con sus 7 millones de votantes de los 10 que tenía, hizo balconing en Génova, aunque con moderado entusiasmo y cara larga de Esperanza Aguirre en el extremo derecho de la cornisa que hace de balcón en la sede del PP. Por cierto me llamó la atención que los seguidores del PP cantaran el mismo slogan de la obviedad que los de ciudadanos: el "soy español, español, español..."

Al final la primera conclusión del "lío" en el que estamos (el calificativo es de Rajoy), es que el que más votos ha tenido, debe intentar formar gobierno, y esa es la palabra, "intentar" que repitió hasta tres veces Rajoy en su asomada de Génova. Lo podemos aceptar como primer paso, pero no sin preguntarnos si es más justo que intente gobernar la derecha, que ha tenido el apoyo de 10 millones 600.000 españoles o la Izquierda, que números redondos, se ha hecho con 11 millones 600.000 votos. Pero tampoco hay por qué pensar que tenga que gobernar un bloque o el otro: ¿No estamos ante un momento en el que es necesario el diálogo y todos se llenan la boca afirmándolo? Sin embargo, nadie habla de un gobierno de coalición y menos de concentración.

Así que empieza la función de las negociaciones y para aperitivo, Albert Rivera, que ya digo que cree poseer unas atribuciones que no le han concedido sus votantes (muchos menos de lo que esperaban y se estimaba en las encuestas), nos confirma hoy, al día siguiente de los comicios, que se abstendrá para que pueda gobernar el PP, y además ¡le pide a Pedro Sánchez que haga lo mismo!, para evitar tener que volver de nuevo las urnas. Como si eso fuera la hecatombe. ¿Tan malo es tener que volver a votar a modo de segunda vuelta en España? Tan malo como para que tengamos que resignarnos a que siga gobernando Rajoy. Para ese viaje... no hacían falta tantas alforjas.

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