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  • Guillermo Orduna

El centro es mío


La disputa por el centro político para estas próximas elecciones está resultando otro de los aspectos curiosos de la insólita campaña. Mientras algunas formaciones desdibujan intencionadamente su posición política en el tradicional espectro derecha-izquierda, otras han dado virajes descarados de la izquierda al centro y hasta hay otras que no quieren declararse de izquierdas aunque lo sean manifiestamente. Ahora tanto desde el PP como desde Ciudadanos, se pelea abiertamente por apropiarse de la figura del Presidente de la Transición. Tanto Rivera como Rajoy han apostado por reivindicar su figura, viajando a Ávila, la tierra natal de Adolfo Suárez. El primero colocando a su hijo a su lado en un acto callejero, el segundo comparando su proyecto con el de la oferta de Centro de Suárez en los 70. Mientras al debilitado candidato del PSOE, Pedro Sánchez, le hemos escuchado definir su oferta de Centro-izquierda unas veces, y de Izquierda otras, a la vez que no duda en ofrecer un pacto a diestro y siniestro (o sea a Ciudadanos y Podemos) como única tabla de salvación para poder encabezar un gobierno, pero para eso debe sacar ventaja notable a los dos partidos emergentes.

La candidatura de Alberto Garzón, mientras tanto, es la excepción y se reivindica como alternativa de Izquierda sin paliativos con su Unidad Popular-IU. ¿Por qué todos quieren situarse en la moderación-indefinición del centro? Una opción política dada por muerta no hace muchos años, y que ahora vuelve a ser el espacio anhelado por unos y otros ante la evidencia de que las opciones con 200 o ni siquiera 100 diputados ya no volverán.

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