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Guillermo Orduna

El relieve de las noticias


Vivimos en una vorágine de información marcada por la sucesión casi ininterrumpida de obscenos casos de corrupción y sus noticias derivadas, detalles de los autos, filtración de llamadas, registros, detenciones, encarcelamientos.

Varios altos cargos de la Comunidad de Madrid están en prisión después de espectaculares operaciones de la Guardia Civil. Sin duda el Partido Popular pasa por uno de sus peores momentos, al aflorar casos de corrupción sistémica que se han producido en su mayoría en años pasados, pero de los que ahora conocemos su alcance y modus operandi: Conversaciones grotescas , pobladas de un leguaje propio del hampa y actuaciones sin escrúpulos para financiar al partido y sus "necesidades" de campaña y de paso llenar el bolsillo de sus ejecutores que se creían con derecho a una remuneración por tan altruista labor financiera.

Todos estos hechos, sin duda son merecedores de grandes titulares en los medios escritos o digitales y de extensas coberturas en las emisoras de radio y televisión.

Sin embargo, arrastrados por la corriente imparable de noticias que trae el sucio río de la corrupción, Cristina Cifuentes, Presidenta de la Comunidad de Madrid, ha sido dimensionada en igual medida que las peores noticias sobre corruptos, por el solo hecho de ser mencionada en algunos informes de la Guardia Civil y por el caso de una adjudicación de unos cuantos miles de euros para una empresa de Arturo Fernández, conocido empresario de los círculos más rancios de la patronal madrileña y titular de restaurantes siempre adjudicatarios de los comedores y cafeterías de órganos oficiales como el Congreso de los Diputados, TVE, Telemadrid, Asamblea de Madrid, etc. No cabe duda de que motivos hay para sospechar chanchullo, estando Fernández en medio, como estuvo en el caso de la tarjetas black y en los sofás del "pequeño Nicolás" para dormir la siesta tras no se sabe que conspiraciones palaciegas con el niño de las intrigas.

Cristina Cifuentes se ha visto arrastrada por esa corriente sucia. Aunque es cierto que su cargo pesa a la hora de dar una información, los medios deben dar proporcionalidad como nos enseñaron en las escuelas de periodismo, a las noticias. No es posible que un caso de supuesta corruptela administrativa, como podría llegar a confirmarse en el peor de los casos, merezca el mismo relieve que un ex consejero encarcelado que ha detraído decenas de millones de euros de las arcas públicas. Y mucho menos se puede calificar a Cifuentes, aun cuando fuera imputada y condenada, como la nueva Esperanza Aguirre o la Berlusconi española, como han hecho desde un grupo político que entiende así la forma de hacer oposición.

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