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  • Guillermo Orduna

Experto en ¿comunica...qué?


Es opinión generalizada que Podemos y en particular su Secretario General, Pablo Iglesias, manejan con maestría los medios de comunicación, su presencia en ellos, los tiempos y los efectos que pueden producir sus mensajes. Incluso si se recurre a las reseñas biográficas sobre Iglesias, se le presenta como Doctor en Ciencias Políticas y "experto en comunicación". Yo llevo tiempo pensando, a la vez que se asiste a un cierto declive de Podemos y a la imparable caída de la valoración de la gente sobre el líder (3,8 puntos, muy cerca de Rajoy) que es más bien todo lo contrario. Es cierto que Pablo Iglesias hizo algunos cursos de comunicación de los que probablemente extrajo el polvo superficial de las teorías más inconsistentes sobre el manejo de los medios y sus efectos, pero creo poder afirmar que lo que sucede es que sus mayores errores son precisamente comunicativos. Cada paso, cada golpe de efecto delante de los medios que ha protagonizado Pablo Iglesias, ha servido para dejar su figura un poco más abajo en la valoración de la gente y de los propios observadores y analistas. Sus mayores equivocaciones en la forma de negociar y de hacer política, han sido de comunicación, más que de estrategia. Es cierto que basa ésta última en lo primero, pero lo hace de forma catastróficamente equivocada, sin tener en cuenta el efecto amplificador que, ademanes, gestos, y frases, sobre todo si son desafiantes y provocadoras, tienen tras su exposición en los medios. Por ejemplo, su estratagema de comunicar a la opinión pública su propuesta de formar parte de un gobierno con los socialistas sin que los socialistas tuvieran la menor idea, y que fue anunciada malévolamente al Rey, para salir después en una rueda de prensa a comunicarlo a la opinión pública mientras el líder socialista estaba neutralizado en la Zarzuela como siguiente interlocutor del monarca en su ronda de consultas en la que lógicamente Don Felipe le iba a comunicar las intenciones de su anterior consultado, no deja de ser una trama que ni las mejores películas de suspense podrían presentar. Pero ¿ fue ésta una buena estrategia comunicativa? En absoluto. Precisamente lo que a Iglesias le trajo esta jugada , además de satisfacer esa especie de "exhibicionismo político" que padece, fueron críticas y descalificaciones desde todos los flancos, incluidos algunos procedentes de su partido. Su frase maligna sobre la "sonrisa del destino" dirigida a Pedro Sánchez, también a través de los medios, fue una de las mayores impertinencias publicadas que se conocen en la historia reciente de la comunicación política. Más de una vez hemos escuchado en boca de Iglesias un "pido disculpas" que lanza, siempre sin apearse del todo de su propio orgullo. La última vez fue ayer, después de acusar a un periodista de fabricar mentiras y noticias que no responden a la realidad para ganar puntos ante sus jefes y triunfar en el periodismo.

No cabe mayor torpeza, pero sobre todo no cabe una afirmación más grave sobre el ejercicio de la información de quien aspira a gobernar España y goza del apoyo de más de 5 millones de personas. Se puede criticar una línea editorial, los abusos de los medios, rebatir informaciones no exactas, pero afirmar que un periodista publica noticias falsas e interesadas es la peor acusación que se le puede hacer a un profesional que debe gozar de presunción de imparcialidad y honestidad, dentro de una línea editorial para la que trabaja, pero sujeto desde luego a la deontología profesional. Si no la cumpliera, lo que debe hacer Iglesias y cualquiera es acudir a los tribunales. Más fino ha estado Pablo Echenique que ha tenido que salir a través de su blog a apagar el incendio provocado por su jefe (http://pabloechenique.info/podemos-los-periodistas-y-sus-circunstancias )

La libertad de información y de expresión está por encima de triviales intervenciones de supuesto nivel universitario como las que lanzó el Profesor Iglesias entre risitas y aplausos provocados en un salón de la Complutense de Madrid. Eso no es manejar la comunicación, eso es darle patadas y dárselas a un mismo. Y lo más preocupante un signo muy peligroso de la concepción que tiene Pablo Iglesias de lo que debe ser la información y su ejercicio. No caigas en la trampa, Garzón.

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