Está claro que una vez difundidos los famosos tuits del nuevo concejal de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, Guillermo Zapata, no le quedaba otra -como él mismo dijo- que "quitarse de en medio". No voy a entrar en si ese apartamiento debería haber consistido en renunciar a las funciones de concejal de cultura o incluso haber devuelto su acta de miembro de la corporación municipal.
Mis preguntas son otras: ¿Cuales son el alcance y los efectos que unas reflexiones o comentarios propios vertidos públicamente deben tener sobre una persona política?
Dando por descontado que el contenido de los "chistes" repugna a cualquiera mínimamente sensible y que pueden ser hirientes y ofensivos en sumo grado, ¿por qué un contenido vertido en el año 2011, tiene sus efectos cuatro años después y con tan alto grado de notoriedad ?
Es claro que el contenido de los nefastos tuits no ha tenido relieve alguno hasta que su autor no se ha convertido en concejal del equipo de la primera alcaldesa de progreso de la capital de España, y que nadie, a pesar del carácter público de la mencionada red social, lo denunció o condenó. Pero sobre todo no habrían tenido consecuencia de ningún tipo sin que alguien se hubiera dedicado con esmero y minuciosidad a escrudiñar en los cientos de mensajes plasmados en la cuenta de Twitter del Sr. Zapata, con la poco sana intención de encontrar "algo"; una mancha con la que desacreditar al joven concejal. Es decir las consecuencias y efectos han sido indiscutiblemente buscados, o más bien provocados por una mente también dotada de una cierta dosis de maldad política.
El hallazgo, de los antagonistas políticos al concejal y a su candidatura (hayan sido periodistas o políticos, o sus patrocinadores), tampoco produce en sí efecto alguno, hasta que es publicado y difundido profusamente por todos los medios durante más de 72 horas, abriendo telediarios y repitiendo una y otra vez el desgraciado "chiste" del cenicero (que no voy a reproducir aquí). ¿Cuándo entonces se produce el efecto y el daño a las víctimas a las que Zapata –por cierto- ha pedido perdón con expresión creíble y contundente ?. Quienes han reproducido los "chistes" y comentarios del concejal durante tres días, no han tenido en cuenta la sensibilidad de los colectivos que podrían haberse sentido heridos por esos contenidos. En cambio los efectos políticos de los hechos que desde 2011 no habían pasado de ser algo casi privado, ya que la repercusión de un tuit de una persona no célebre tiene una difusión muy limitada, se manifiestan demoledores, cuatro años después, sobre quien no tenía entonces ninguna responsabilidad ni proyección pública. No seré yo quien censure la publicación de los contenidos encontrados (con o sin intencionalidad política). Lo que se conoce si tiene interés, y lo tiene, hay que publicarlo, pero es obligación del periodismo determinar el relieve con el que se difunde, porque en este caso ha determinado a todas luces el alcance político -a mi juicio- desmesurado- sobre la persona afectada. El concejal no ha respondido proporcionalmente a la dimensión de su error de ámbito privado publicando aquello, sino a la dimensión mediática pública que se ha dado ahora a lo que ya se había producido sin efecto alguno, hace años. Ni por inmediatez, ni por relieve de la persona protagonista, ni por el efecto o daño que podría haber causado el hecho, la noticia era para abrir telediarios. Y sobre todo me parece hipócrita y mezquino que se hable de daño a las víctimas del terrorismo o al colectivo judío, cuando el daño no lo ha causado lo escrito por Zapata, sino su difusión cuatro años más tarde con bastardas intenciones. Otra cosa muy distinta es el caso de Rita Maestre, la concejala imputada por un posible delito contra los sentimientos religiosos. Rita Mestre y otras mujeres no identificadas se desnudaron de cintura para arriba y abandonaron la capilla al grito de "vamos a quemar la Conferencia Episcopal", "el Papa no nos deja comernos las almejas", "menos rosarios y más bolas chinas", "contra el Vaticano poder clitoriano", "arderéis como en el 36" y "sacad vuestro rosarios de nuestros ovarios". Me parece que esto es una ofensa a una parte de la sociedad y es una asunto que está vivo y pendiente de juicio con petición de un año de cárcel. Manuela Carmena lo dijo bien claro: "Un político implicado debe dimitir": Aplíquelo, Sra. Carmena. No vale añadir ahora ante que delitos debe aplicarse la norma.