Las esperanzas cifradas en Podemos para quienes pensamos, no ahora, sino desde hace años, que la política en España no es más que un simulacro; para quienes estamos hartos de tanta teatralización y de que se acepten como inevitables el dominio de los grupos económicos sobre los políticos y la permanenecia de algunos privilegios inaceptables, han sido enormes.
La irrupción de Pablo Iglesias y los suyos ha sido un soplo de frescura. Ha logrado revolucionar la política y constuituir un revulsivo inesperado al apoltronamiento de gobernantes y gobernados. La primera fase ha sido superada con éxito para ellos. Sus diagnósticos estaban cargados de verdades como puños y de análisis radicales y valientes. En la segunda fase tras su victoria inesperada en las europeas, hizo su apaerición el natural acomodo de sus más radicales propuestas a la realidad. Nada grave hasta ahora. Después, y ante el crecimiento de su presencia e influencia, lograron poner las pilas a toda la clase política desde el PP a IU (lamentablemente neutralizada por los de Iglesias), y hasta a la Casa Real, donde se produjo una abdicación no deseada por el monarca.
La tercera fase ha sido la del intento trasversal de aplastamiento de Podemos poniendo una lupa de más aumentos de lo normal a sus dirigentes, logrando sacar a flote irregularidades innegables a Errejón y Monedero, aunque menos graves: A Monedero, porque intentó buscar el método para pagar menos a Hacienda, cosa que por otra parte hacen miles de españoles sin que les pase nada; y a Errejón porque no fue escrupuloso en la ejecución de su trabajo para la Universidad de Málaga, que al final propone sancionarle. Como ya digo, incorrecciones no graves, pero tampoco acordes con el nivel de intransigencia y exigencia que ellos mismos han planteado para los demás.
Pero no es esto lo más preocupante para quienes han depositado su ilusión en esta propuesta. En Podemos se filtra un aroma nada bueno de culto a la personalidad y de centralismo, que ha quedado más que en evidencia en la forma de componer sus órganos dirigentes, buscando el método para que salga triunfante la opción oficial, es decir la de Pablo Iglesias. Si a esto añadimos la demonización que su lider hace de quienes plantean críticas desde dentro o desde fuera a la linea oficial o hacia el comportamiento de sus dirigentes-fundadores, el resultado es más que decepcionante, pues la democracia no consiste en eso. El conmigo contra mí, pertenece a otros modos de gobernar y de organizarse que ya hemos superado hace años.Por otro lado, la apestosa connivencia con el bisoño estilo populista y autoritario de la Venezuela de Chaves y Maduro, son el mayor peligro de que la esperanza Podemos se venga abajo, porque los sabios ciudadanos españoles la van a rechazar en las urnas.
Quedé profundamente deprimido tambien al escuchar la entrevista a Pablo Iglesias en el programa de radio independiente Carne Cruda que dirige el periodista Javier Gallego, cuando manifiestamente molesto, Iglesias le repondía que se sentía "ofendido" por las preguntas que le hacía, teniéndole el aprecio que le tenía. La respuesta de Gallego no pudo ser mejor: "Seremos amigos, pero aquí somos periodista y entrevistado". Chapeau, Gallego.