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Guillermo Orduna

La prueba transversal


Lo ocurrido en Caja Madrid durante años es la confirmación de que la generación política que nos ha gobernado bajo etiquetas de izquierda y derecha, debe dejar la escena de lo público y dar paso, no solo a nuevas caras, sino a una nueva moral, a una nueva concepción de la política como servicio y no como medio de enriquecimiento de unos pocos.

La obscenidad de 80 miembros de esa clase política -sí, ésta sí que es una casta- diputados del PP, PSOE e IU, exministros, líderes sindicales y empresariales - demuestra que el fango en el que se han ido hundiendo todos ellos, está llegando ya al cuello. No admito el argumento:"la mayoría de los políticos son gente honrada

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que trabaja con honestidad y no se ha llevado un duro". Pero los que no se lo han llevado, consienten, miran para otro lado, sabían y callaban, y eso se llama "omertà" (término italiano que define el código de silencio ante los delitos de los mafiosos). Y eso es lo que ya está asentado en España, una mafia política, con sindicatos, empresarios y banqueros que primero se protegen a ellos mismos, y luego dedican algunos ratos a su trabajo. Lo que confirma el caso de las tarjetas negras es la existencia de una corrupción transversal en nuestro país, una "tangentopoli" de la que empezaremos a saber más a partir de ahora: Es decir la corrupción transversal que acabó con el bipartidismo italiano, el Partido Socialista, y La Democracia Cristiana. Y eso es lo que PSOE y PP se merecen que ocurra aquí.

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