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Guillermo Orduna

RTVE, el enfermo incurable


Ha sido la televisión de referencia en informativos, y eso la ha salvado durante años de quedarse reducida a algo testimonial. Pero desde principios de 2013, TVE ha dejado de ser líder en sus telediarios, viendo como Telecinco se ponía delante en audiencia, tras muchos años sin conseguirlo. El deterioro interno de una emisora de radio o televisión trasciende a la antena. Lo mismo ocurre con la programación de RNE, cuya repercusión social es inexistente. La falta de dirección, o lo que es peor una dirección puesta al servicio del gobierno de turno, es lo más perjudicial para un medio, y en especial para un medio audiovisual del Estado que debe estar al servicio de todos.

La Ley de Financiación de 2009, que eliminaba la publicidad, después del “saneamiento” llevado a cabo por el Gobierno de Zapatero, consistente en hacer desaparecer el ente público, enterrando con él su deuda, y hacerle nacer de nuevo en forma de Corporación, llevándose por delante a 4.000 trabajadores, no ha sido la solución. Los relevos en los puestos de dirección siguen siendo constantes, en una sucesión vertiginosa, y pronto habrá más cambios. De nuevo sospechas y acusaciones a los responsables de informativos de partidismo. La audiencia cae peligrosamente y la deuda vuelve a elevarse imperdonablemente para sus responsables después de haber sido enjugada en su totalidad por el Estado: un déficit crónico anual de 100 millones de euros con unas pérdidas acumuladas de 800 millones, tras haber caído las aportaciones del Estado un 20%. Se fusionará Teledeporte con la 2, otro pequeño remiendo; se reducirán los pluses de directivos y personal, una minucia, pero el mal sigue extendiendose por el cuerpo corporativo de la entidad radiotelevisiva. Según un “informe oficial” al que alude el diario El Mundo, un agujero de 800 millones en el primer grupo audiovisual de España equivale a más de la mitad de los 1.510 millones que componen actualmente el capital social de RTVE y, por tanto, significaría «causa de disolución», de ahí la inyección oficial de 130 millones de euros de la SEPI (accionista de RTVE). Pero es solo una inyección de urgencia: el enfermo sigue grave, y personalmente, siento mucha pena.

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