Estamos asistiendo estos días a un proceso de configuración de un acuerdo de gobierno que en 40 años no había tenido tanta dificultad como la que ha creado el resultado de nuestras votaciones en las urnas. Es normal que en ese intento de acuerdo haya altos y bajos, acercamientos y alejamientos, dudas, errores y órdagos. Sin embargo hay dos comportamientos que huelen demasiado a "vieja política”, la de la mentira y la manipulación. Dos pecados graves en los que han caído nuestros políticos durante demasiado tiempo.
Es escandalosa la actuación de Albert Rivera, líder de uno de los partidos que se supone pertenece a la nueva hornada política. Con una advertencia un día o dos antes de las elecciones, no ha tenido inconveniente en declarar la misma noche de las votaciones su apoyo mediante la abstención para que siga gobernando Mariano Rajoy. ¿Puede caber tanta desfachatez política en quien se ha esforzado en rechazar y dar por muerta la vieja política: "Ni PP ni Psoe", ha repetido hasta el hartazgo Rivera. No apoyaremos a ninguno. 24 horas después no solo apoyará al PP absteniéndose en la investidura , sino que está dispuesto a votar sí, si es necesario y hasta a entrar en el gobierno. Es un auténtico escándalo y una mentira histórica que no le pueden perdonar sus tres millones y medio de votantes.
Los de Pablo Iglesias aún cometen errores de principiantes, de los que sin embargo saben recular: por ejemplo poner por delante condiciones inasumibles para un hipotético gobierno de izquierdas, que están suavizando (referéndum catalán). Ahora la prioridad es una Ley de emergencia nacional. Menos mal.
Pedro Sánchez se está haciendo valer a pesar de haber sido ninguneado de forma injusta por Pablo Iglesias. Y mientras en su partido asoman a la vez todos los viejos fantasmas del juego sucio, del egoísmo y los intereses partidistas, donde la voluntad de los votantes ocupa el último lugar. Pero el Secretario General está firme y lo deseable es que gane la batalla, sobre todo frente a quienes ejercen el cinismo con maestría y no tienen inconveniente en afirmar: "Que no se puede pactar con quien propone romper España". Estamos hartos de frases tremendistas para impresionarnos. Los españoles ya no somos tan incautos, Señora Díaz y sobre todo, no mienta: Podemos no propone romper España, propone usar la inteligencia y la democracia para mantener a Cataluña en España, es decir todo lo contrario. No podemos soportar ya más la "vieja política".