Estamos a una semana de las votaciones para las Elecciones Europeas. La última encuesta de Metroscopia para El País, dice que la participación en España, estará entre el 40% y el 43%. Es decir en torno al 60 % de los que tienen derecho a voto, no se molestarán en acudir a los colegios electorales. Es más que significativo que estos comicios revelen el menor índice de entusiasmo de los electores en toda la etapa democrática. Quizá los resultados reales no confirmen esa escasa participación en las urnas, pero en todo caso, es síntoma del hastío y escepticismo que se ha apoderado del electorado español. Por un lado los dos grandes partidos aunque sufren un bajón espectacular en sus resultados, seguirán siendo los que más votos acaparen y pasarán a tener en torno a los 19 escaños, frente a los 24 que obtuvo el PP hace cuatro años y los 23 del PSOE. Izquierda Unida gana posiciones de 1 a 6 escaños, y el resto del voto perdido por los dos grandes irá a parar a UPyD, Podemos, Ciudadanos y otras nuevas opciones. Muchos electores se debaten entre ejercer el desprecio de no ir a las urnas, votar en blanco o elegir una nueva opción. Pero los miles de ciudadanos que han perdido la confianza en el Partido Popular y en el Partido Socialista, se repartirán entre otras candidaturas menores, lo que dispersa la efectividad del voto y deja que los que sigan "partiendo el bacalao", sean los dos grandes, sobre todo porque la "cultura de la coalición", se ha perdido en España, apreciendo, por ejemplo, en estas elecciones 5 opciones distintas de izquierda. Y así surge la duda para miles de electores: ¿Me molesto en ir a votar? o ¿ dejo claro mi castigo, no votando? Ese es el triste dilema en que están/estamos muchos ciudadanos hartos de una política de componendas y "trilerismos", sobre todo en las instituciones europeas.